8 ideas importantes que debes saber sobre el ictus

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Escrito por Elena Sánchez Durán

Coordinadora de servicios clínicos

    ¿Qué es el ictus?

    El ictus, también conocido como accidente cerebro vascular (ACV) es una interrupción del flujo sanguíneo en el cerebro que puede provocar daño cerebral y que supone una emergencia médica que hay que tratar lo antes posible.

    Hay dos grandes tipos: el ictus isquémico, que se produce cuando hay una obstrucción de la arteria que lleva la sangre y el ictus hemorrágico, que se produce cuando hay una rotura del vaso sanguíneo. Existe también el accidente isquémico transitorio (AIT) que es un “mini ictus” que dura menos de 24 horas y no deja secuelas permanentes, pero es una señal de alerta de un posible ictus más grave.

    ¿Cómo detectarlo prestando atención a los síntomas?

      El método FAST es el más popularizado y son las siglas en inglés de:

      • Face (cara): ¿Tiene la cara caída de un lado? Podemos pedirle que sonría o enseñe los dientes y ver si la cara se mueve de manera simétrica o no.
      • Arms (brazos): ¿Puede levantar ambos brazos? Puede que al inicio sea capaz pero no podrá mantener la postura con ambos brazos y uno caerá.
      • Speech (habla): ¿Habla con dificultad? Podemos pedirle que nos diga su nombre, dónde vive o que repita unas palabras.
      • Time (tiempo): Si hay síntomas, llamar a emergencias de inmediato (112) y anotar la hora de inicio de los síntomas.

      ¿Qué consecuencias tiene?

      Las consecuencias de un ictus dependen de la zona afectada y de la gravedad de la lesión, fundamentalmente. En general, podríamos clasificarlas de la siguiente manera:

      1.   Alteraciones del lenguaje

      • Afasia: dificultad para hablar o entender.
      • Disartria: problemas para articular palabras.

      2.   Pérdida de fuerza o movimiento

      • Parálisis o debilidad en cara, brazo y/o pierna (generalmente de un solo lado, que suele ser el lado contrario a la lesión cerebral).

      3.   Problemas de coordinación y equilibrio

      • Dificultad para caminar, riesgo de caídas.

      4.   Dificultades cognitivas

      • Problemas de memoria, atención, planificación o razonamiento.
      • Dificultades para planificar y ejecutar movimientos voluntarios
      • Dificultad para el reconocimiento de objetos, personas, sonidos, etc, a través de estímulos sensoriales

      5.   Problemas visuales

      • Pérdida de visión parcial, visión doble o alteración de la percepción visual.

      6.   Incontinencia

      • Pérdida del control de esfínteres (temporal o permanente).

      7.   Trastornos emocionales y psicológicos

      • Depresión, ansiedad, irritabilidad o apatía.

      ¿Cómo es su tratamiento?

      Depende del momento y la causa del mismo. En las primeras horas el objetivo es intervenir sobre la causa que lo produjo. En la mayoría de los casos (80%), el ictus es de tipo isquémico, causado por la obstrucción del vaso sanguíneo, por lo que la intervención se basa en restaurar el flujo sanguíneo lo antes posible, mediante la disolución o la extracción del coágulo. En el caso de un ictus hemorrágico, es necesario cortar la hemorragia y aliviar la presión intracraneal.

      El paciente requerirá hospitalización en una unidad de ictus especializada para controlar varios parámetros y prevenir complicaciones.

      Una vez que el paciente está estabilizado, en la mayoría de los casos, precisará de una rehabilitación multidisciplinar, intensiva y especializada, llamada también neurorrehabilitación.

      ¿En qué consiste la neurorrehabilitación?

        La neurorrehabilitación es un proceso terapéutico integral que busca recuperar o compensar las funciones neurológicas perdidas tras un DCA. El objetivo principal es mejorar la autonomía, la funcionalidad y la calidad de vida. Esto se realiza mediante un tratamiento multidisciplinar con profesionales especializados en rehabilitación neurológica, que trabaja de manera coordinada y que cuenta con Neurólogo, Rehabilitador, Neuropsicólogo, Terapeuta ocupacional, Fisioterapeuta, Logopeda, Trabajador social y otros.

        Además de la neurorrehabilitación convencional, existe tecnología complementaria que ayuda a potenciar los beneficios del tratamiento. Una de ellas es la Neuromodulación no invasiva, que incluye herramientas como la estimulación transcraneal por corriente directa y la estimulación magnética transcraneal. Ambas son técnicas seguras que están demostrando gran utilidad, mejorando la neuroplasticidad.

        En el centro Neurobalance contamos con Estimulación magnética transcraneal, que ha mostrado grandes resultados en la rehabilitación del ictus en cuanto a aspectos motores, cognitivos, dolor neuropático y depresión. Este tratamiento se combina con las terapias de rehabilitación para obtener los mejores resultados.

        ¿Cuánto dura la neurorrehabilitación?

        Es recomendable iniciar la rehabilitación cuanto antes, mejor (tras estabilización clínica). Su duración depende de la evolución, pero no hay un tiempo establecido a nivel clínico. Las necesidades pueden ir cambiando con el tiempo. En un primer momento se centra más en la recuperación de las funciones perdidas para dar paso a la compensación de aquello que no ha sido posible recuperar. Al principio tendrá un carácter más intensivo, con al menos 3 horas de neurorrehabilitación diaria y recomendaciones para seguir trabajando en el domicilio.

        El papel de la familia en la neurorrehabilitación

          La familia cumple un papel fundamental en el proceso de neurorrehabilitación, no solo como apoyo emocional, sino también como agente activo en la recuperación del paciente. Además, los familiares suelen participar en la adaptación al entorno domiciliario, facilitando la autonomía y seguridad del paciente en su vida diaria.

          Su implicación en las terapias (ya sea reforzando ejercicios en casa o colaborando con los profesionales del equipo multidisciplinar) mejora la adherencia al tratamiento y potencia los resultados. Para ello, es clave que reciban formación específica sobre la condición del paciente, sus necesidades y las estrategias de manejo. También es importante cuidar el bienestar emocional de los cuidadores, ya que el proceso puede generar sobrecarga física y psicológica.

          ¿Cómo prevenirlo?

            La prevención del ictus se basa en identificar y controlar los factores de riesgo que pueden desencadenarlo. Entre los más importantes están la hipertensión arterial, el tabaquismo, la diabetes, el colesterol elevado, el sedentarismo y el consumo excesivo de alcohol. Adoptar un estilo de vida saludable (como seguir una dieta equilibrada, hacer ejercicio regularmente y evitar el tabaco) es clave para reducir significativamente el riesgo.

            Según la Sociedad Española de Neurología el 90% de los ictus se podrían evitar con una adecuada prevención de los factores de riesgo y un estilo de vida saludable. La prevención no solo salva vidas, sino que también preserva la calidad de vida.

            En Neurobalance podemos ayudarte, ya que contamos con un equipo multidisciplinar especializado en neurorrehabilitación que realiza una valoración de cada caso para poder ofrecer la mejor propuesta de tratamiento.

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