La fisioterapia y el ejercicio terapéutico desempeñan un papel muy importante en el manejo de la enfermedad de Alzheimer, especialmente en las etapas tempranas y moderadas. Aunque no pueden detener la progresión de la enfermedad, sí pueden mejorar la calidad de vida, mantener la funcionalidad física, y reducir el riesgo de caídas, dolor y dependencia.
¿Qué sucede en una persona con la enfermedad del Alzheimer?
- Existe una acumulación de proteínas anómalas.
- Hay una pérdida de conexiones entre neuronas (sinapsis) y muerte neuronal.
- Aparece inflamación crónica y gliosis reactiva, que contribuyen a la patología en lugar de proteger al cerebro.
- Se da una disfunción metabólica y vascular.
- Se observan cambios estructurales y funcionales.
¿Qué implican estas alteraciones?
- Las personas con Alzheimer sufren problemas de memoria, desorientación y confusión.
- Además de estos cambios, pueden tener alteraciones en el lenguaje y la comunicación
- También pueden presentar dificultades para realizar tareas cotidianas como vestirse, cocinar o manejar dinero.
- Manifiestan cambios de humor y personalidad.
- Y finalmente, aparece una pérdida de autonomía física donde la persona puede tener problemas para caminar, tragar o controlar esfínteres.
La enfermedad de Alzheimer no solo afecta a la memoria. Poco a poco se pierde la capacidad de orientarse, hablar, reconocer a sus seres queridos e incluso valerse por uno mismo. La enfermedad impacta tanto en la persona como en su entorno.
¿Por qué es importante realizar ejercicio en un paciente con Alzheimer?
Se ha observado que realizar ejercicio terapéutico pautado por un profesional sanitario y de manera precoz o incluso en estadios más avanzados de la patología tiene múltiples beneficios.
De hecho,existe cada vez más evidencia científica sólida sobre cómo el ejercicio no sólo es beneficioso para los aspectos motores, sino que también tiene efectos favorables a nivel cognitivo-conductual. Estos son algunos de los últimos hallazgos:
- Combinar ejercicios de fuerza, resistencia, aeróbicos y/o equilibrio tienen un impacto mayor y mejoran la calidad de vida de los pacientes. Mejoran la marcha y ayudan a prevenir caídas, que son comunes en personas con Alzheimer.
- Existen estudios que evidencia que la natación es la forma más efectiva para aumentar el BDNF, una proteína clave para la memoria y la plasticidad cerebral en pacientes con Alzheimer. El ejercicio eleva los niveles de esta proteína tanto en el hipocampo como en la corteza cerebral.
- Correr o caminar en cinta rodante, tienen efectos positivos y ayudan a mejorar significativamente la función cognitiva.
- El propio entrenamiento nos permite reducir los síntomas neuropsiquiátricos como la ansiedad, agitación o depresión. El ejercicio libera endorfinas, mejorando la salud mental.
- El movimiento físico ayuda a regular el ritmo circadiano y también influye en la agitación y en los trastornos del sueño.
- Mejora la coordinación motora y la función de las actividades de la vida diaria, facilitando tareas cotidianas como vestirse, comer o caminar.
Además, para el abordaje óptimo de la enfermedad del Alzheimer es importante un enfoque integral y combinar la Fisioterapia con otras especialidades sanitarias que encontrarás dentro de nuestro centro como la neuropsicología, la terapia ocupacional, la logopedia y la nutrición, siempre con la valoración médica previa y el seguimiento por parte del especialista en Neurología.
Una valoración por parte de cada profesional sanitario nos ayudará a tener un mejor seguimiento de la enfermedad y a poder enfocar mejor el tratamiento adecuado para el paciente.
¿Qué tipo de ejercicio es mejor para un paciente con Alzheimer?
La ciencia no determina que exista un único tipo de ejercicio que sea más beneficioso que otro, pero sí coincide en la importancia de realizar actividad física.
Entre los diversos tipos de abordaje que existen para la enfermedad del Alzheimer, se ha evidenciado que los entrenamientos de tipo multimodales o multicomponentes los cuales combinan diferentes tipos de ejercicio dentro de la misma intervención, en lugar de centrarse solo en un tipo (por ejemplo, únicamente fuerza o únicamente aeróbico), son especialmente beneficiosos para mejorar las AVDS.
¿Cuáles son las modalidades dentro de un entrenamiento multimodal?
- Ejercicio aeróbico o cardiovascular: Caminar, bicicleta estática, baile o ejercicios rítmicos. Mejora la salud cerebral y cardiovascular.
- Entrenamiento de fuerza o resistencia: Uso de pesas ligeras, bandas elásticas o el propio peso corporal. Ayuda a mantener masa muscular, autonomía y prevención de caídas.
- Ejercicios de equilibrio y coordinación: Ejercicios en una pierna, marcha en línea, Tai Chi. Reducen riesgo de caídas y mejoran movilidad.
- Flexibilidad y movilidad articular: Estiramientos suaves, yoga adaptado.
- Estimulación cognitiva integrada en el ejercicio: Juegos con instrucciones cambiantes, bailes con secuencias, caminar mientras se cuentan pasos, etc. Favorecen la memoria, la atención y las funciones ejecutivas.
- Interacción social: Muchas veces se realizan en grupo, lo que añade un componente emocional y motivacional.
En el caso de la enfermedad de Alzheimer, así como en otro tipo de trastornos cognitivos, este enfoque es especialmente útil porque estimula distintas funciones físicas, cognitivas y sociales al mismo tiempo.
¿Con qué frecuencia debería realizarse ejercicio terapéutico?
Un metaanálisis reciente determinó que los entrenamientos con ejercicio para personas con Alzheimer deben realizarse durante un periodo de 6 meses aproximadamente y con un total de 4 a 5 sesiones de 30 minutos por sesión a la semana.
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